Lo primero que me dijo el profesor de español, cuando entregué la asignación que nos pidió en octavo de secundaria fue: -"usted no escribió esto, ¿quién se lo escribió?"-. Claro que al escuchar esto, me sentí muy mal, pero también me sentí perfectamente orgullosa porque estaba tan bueno el cuento que escribí, que el profe no lo creyó mío, yo tenía 13 años. El cuento se llamaba "las manzanas de oro", no tengo idea donde está, lo perdí, ni si quiera lo recuerdo mucho, pero en mi memoria se guarda el mismo rechazo que le aconteció a muchas personas exitosas en el inicio de su vida, incluyéndome.
Los fracasos hasta injustos son necesarios y son el preámbulo a una vida de éxito y logros, y estos, no tienen que ver necesariamente con el dinero, la fama o la falta de sufrimiento. Por ejemplo: Jesucristo, nos salvó en una Cruz y ese es el éxito de Dios Padre.
Desarrollé desde la infancia, como lo mencioné en la entrada de bienvenida, la capacidad de escribir cuentos y poesías, de imaginarme guiones de películas, historias, y otras cosas más. A los nueve años mi mamá me regaló mi primera novela "para una una niña de 9 años" -así decía la dedicatoria-. se llama "Apareció en mi ventana" de Alfredo Gómez Cerdá (Madrid, 1951) y cuenta la historia de un niño al que se le aparece en la ventana de su habitación algo así como un animal/monstruo llamado "mukusúluba" (no sé de dónde mi mamá sacó el cuento jaja) y es de la editorial del Barco de Vapor, digamos que con este libro pasé de nivel de cuentos 1.0 al nivel novelístico 3.0 muy recargado.
Volviendo al tema de "las manzanas de oro" y sus consecuencias, ahora puedo darme cuenta que ese exitoso fracaso de ser acusada como una plagiadora adolescente hoy por hoy desemboca en poder compartir de manera desinteresada y objetiva lo que pienso y siento a través de las canciones, el caption de una foto de instagram, el guión de algún video que he hecho y haré, todo habla del Reino y me conformo con alcanzar a una persona que lo necesite. La medida de mi éxito sigue siendo lo feliz que me hace tratar de expresar con delicadeza y belleza lo que tengo dentro, Dios desde entonces sigue dándome orgullos y glorias que sin más, las devuelvo sin reservas a Él y a otros. Tenía entonces en el 2006 dos salidas, enojarme con el profesor y no escribir más (victimizarme), o en el caso de que hubiese aprobado mi cuento, sentirme orgullosa pero no tanto y conformarme con la buena calificación, la salida que escogí fue una moneda con dos caras: fracaso y victoria . Espero que leer esto te haya ayudado, porque hacerse responsable de nuestras acciones y nuestros fracasos, así no hayamos sido los culpables, es sembrar en un terreno muy fecundo y cosechar un gran fruto.
Ánimo, con cariño, Marisol.